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Córdoba -Argentina -Cadena 3 -6 de enero-2009 -- Así como los adultos ignoran los estadios de los niños, también desconocen los de los púberes o adolescentes...Comparámos a los petiteros, bananas, hippies, beatniks o punks, con los floggers y otras modas ... Los pelos largos impulsaron los “coiffeurs de seccional” decían, sin recordar a Jesús, Beethoven, Mitre, Güemes, Einstein o Becker. Para no hablar de la barba de José Hernandez, las patillas de San Martín o los bigotes de Alfredo Palacios. Cada época tuvo sus modas y los jóvenes se adaptan -incluso los más notables- a las mismas. “Buscan llamar la atención”, dicen algunos. Lo que en realidad buscan los jóvenes es diferenciarse. No parecerse a los adultos. No les interesa llamar su atención. Es más, quieren que los dejen tranquilos viviendo su rebeldía y su tiempo. Así como sus padres hicieron lo mismo, sólo que no lo recuerdan o reniegan de haberlo hecho. Claro, no es lo mismo ser rebelde que lidiar con un rebelde. Pero es la ley de la vida. Ayer nosotros provocamos a nuestros mayores y hoy, lo hacen nuestros hijos con nosotros. Lo que peyorativamente se denomina “edad del pavo” (entre 12 y 18 años) es inevitable, mal que les pese a los grandes. Por supuesto - resulta hasta redundante- esto no significa permitir todo y no poner límites. Pero eso nada tiene que ver con el pelo, la ropa o los bailes. La represión exacerba la rebeldía y hasta puede transformarla en violencia....
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